La publicidad y el comercio ligan y desligan; se convierten en una
reacción de actuaciones propias del subconsciente humano en su afán por
trascender y querer generar cambios positivos para ellos y su
entorno. Trascender en apariencia y estilo de ver la vida. En lo común de
los casos, y sin rodear tanto el tema; se trata en definir un estilo propio,
comprender que la estética no es solo apariencia y que la moda podría resultar única
y exclusivamente un cliché invisible quienes están esclavos a ésta.
Este artículo básicamente se fundamenta en una opinión muy personal sobre la estética, el estilo y los ámbitos en los que la moda define y distribuye ideas. Y en una vista a plano abierto, trata acerca de todo eso que los ojos ven y el bolsillo siente.
Entender que no hay otro camino para evadir la situación acerca de las
precepciones de las marcas y los impulsos psicológicos ante ellas, es una idea
inconmensurable. Todo se basa en los cambios que la sociedad ha concebido
dramáticamente en estas últimas décadas. Cada vez es mucho más evidente que los
seres públicos se están convirtiendo en peones pro-consumo y en unos
masificadores de complejos en la vida privada.
Como todos bien sabemos, las tendencias de moda son repeticiones, y no
solamente de ropa; también de accesorios, estilos de vida y actitudes. Pero
esas repeticiones se ven muy ligadas a ciertas diferencias visuales que hacen
cambiar la percepción de las cosas y de quien las porta. Para ser más
explícitos en el tema. Es la misma silla, pero pintada de otro color. Sabemos
para qué sirve y como utilizarla, pero tiene ese valor agregado de atrayente
visual lo que la hace peculiar y agradable.
Todo hace parte de una gran tras escena. En donde la manera de
comprender el entorno, el sistema y la forma de distribución masiva de ideas,
se hace fundamental para llegar a un criterio propio y unas definiciones claras
y concretas acerca de quiénes somos, cómo nos vemos y cómo nos ven.
El estilo propio no es más, en este momento para muchos, que una serie de indecisiones personales. En donde manda el prototipo de la tienda de ropa y el jugador de futbol del comercial de televisión.
El estilo propio no es más, en este momento para muchos, que una serie de indecisiones personales. En donde manda el prototipo de la tienda de ropa y el jugador de futbol del comercial de televisión.
Generar un sentido crítico es lo que nos hace participes de los cambios
en las percepciones sociales. Pero aquí no todo el que opina es el que sabe, ni
mucho menos quien es criticado esta en el error. Se trata más bien de esa
relatividad de ideas y esa confrontación definitiva ante la propia mirada.
El poder de los intermediarios por controlar criterios (me refiero a la
publicidad) en donde se involucran mucho mas la información ruidosa, se hace
con el único objetivo de que las partes más importantes sean olvidadas. A qué
me refiero con “las partes más importantes”. La respuesta es clara y con un
ejemplo concreto en donde no voy a nombrar marcas, sino que voy a mencionar la
estrategia que generalmente se maneja: rueda el comercial; y seguramente se ve
una de estas dos situaciones, la satisfacción automática que genera la posesión
de determinado producto, o la comparación de lo que es la vida con o sin él.
En torno a esto gira la mayoría de las campañas publicitarias, pero...
¿hasta qué punto esa vendida apariencia tiene y debe de acoplarse a lo que es
la vida cotidiana? ¿Tiene o no que ver esto con nuestra valoración de las cosas
y el criterio formado para nuestra vida? ¿Qué tanta importancia le damos a las
apariencias sabiendo que ellas no son quienes actúan en nuestro complejo
laboral?
Aunque bueno, esta última pregunta yo también me la cuestiono. No nació
en vano ese comentario generalizado de “respuesta de reina”. Ellas son las que
venden apariencia, no conocimientos.
Tal vez seamos aves dominadas por el consumo o una colmena transportada
por una nube de apariencias.
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