martes, 29 de noviembre de 2011

Cuentapropia, independiente o Freelance para los mas estirados.

En el mundo del Diseño y la Publicidad es muy común encontrar determinados por estos términos a personas que se dedican a trabajar desde… cualquier parte menos una oficina con un jefe a la vista.

Hace unos cuantos días sucedió algo muy curioso. Me dio por generar un cambio en mi perfil de Facebook, poner en la información de Formación y empleo algo como “Freelance Graphic Designer”. Hasta ahí todo normal. Ahora aquí viene lo curioso: un muy buen amigo, administrador de empresas él, me hizo un comentario en un tono alegre y exaltado que decía algo como: “… Veee! y vos ya estás trabajando? Esa empresa se me hace conocida!!!...”

Yo quede atónita por unos segundos y en incógnita constante mientras procesaba la información; durante esos segundos me preguntaba “Cómo es posible que me pregunte esas cosas. No es demasiado evidente?”. Bien, como lo pude ver si era posible que me preguntaran esas cosas y al parecer no era tan evidente. Procedí a explicarle de una forma poco trascendente la definición del término para que pudiera comprender. La conversación culminó en un par de sonrisas. 

Lo que no culminó fue la intriga que genero en mi tal pregunta, hasta tal punto de estar escribiendo sobre ello. Pero bueno, aquí no voy a escribir sobre la definición de un término, sino la trascendencia social y personal que esto tiene y representa en la actualidad. 

Antes, cuando escuchaba a alguien mencionar el término “independiente” me imaginaba a quien no tendría jefe, ganaba menos de un salario mínimo y le tocaba salir a “rebuscar”. Ahora, siendo yo quien se determina de esa forma, me doy cuenta que no se trata de eso, ninguna de las anteriores definiciones es aplicable. Es real, no se tiene un jefe, se tienen infinidad de jefes, cada cliente es uno de ellos, con su temperamento e ideas diferentes, queriendo diseñar el mundo tal como lo tiene su cabeza y no como el mercado lo requiera, con sus “cursilerias” y “mañesadas” siempre presentes; se puede ganar muchísimo menos que un salario mínimo, es más, ni se puede ganar, como también se gana mucho más de lo esperado por algo que de alguna forma no está estipulado de esa forma, todo depende de cómo manejemos las cosas y a quien se las manejemos.

Cuando incursioné en el mundo laboral, y más propiamente de forma independiente, fue de una forma muy natural y casi desapercibida a grandes rasgos. Y es real que uno comienza por esas pequeñas cosas, para llegar a las grandes; los primeros trabajos son pruebas que te miden que tan productivo y “cotizado” laboralmente quieres llegar a ser. Se trata en hacer las cosas con gusto, con pasión y toda la dedicación del caso, aun sabiendo que ese pequeño trabajo que estás haciendo no va a ser visto (posiblemente) por muchos ojos, pero si se logra la satisfacción de un cliente, ya se ha logrado mucho; recuerde que “un cliente satisfecho es el mejor anuncio”.

El voz a voz aplica y es efectivo casi en un cien por ciento en el trabajo como Freelance. Las pequeñas y medianas empresas buscan soluciones automáticas, que muy pocas agencias están interesadas en satisfacer en la rapidez que ellas las requieren, o que posiblemente la empresa no puede ni quiere pagar. Es por eso que nosotros “Los Freelance” nos vemos en el deber, más que en la obligación, de convertirnos en una solución rápida y efectiva para esos problemitas gráficos y publicitarios que son el pan de cada día para estas empresas en crecimiento.
Pero antes de ser los actores de soluciones, tenemos que ser los generadores de constancia y dedicación. Ser Freelance no significa trabajar en casa, sin bañarse y con el ordenador lleno de cuanta cosa haya en la casa, tampoco significa dormir todo un día y hacer las cosas en esos “raticos” libres. 

Una de las principales reglas (para mí) que debe tener un buen Freelance, es el orden, la limpieza y la buena distribución del tiempo. Bien, no tenemos un jefe a la vista, pero si muchas cosas por hacer, y no netamente de trabajo. Debemos de devorarnos el mundo, salir, conocer, montar en bus, recorrer las calles, conversar con desconocidos y ver en esas salidas cotidianas que un afiche o un volante no es lo que el mundo publicitario requiere ahora. 

Manejar el tiempo, saber a qué horas se debe comer, tomarse una pausa para descansar, e incluso, así suene poco precavido, darle parte de tú tiempo a un cliente; hacer una postal y enviársela como saludo un día cualquiera o bien, si la relación lo permite, invitarlo a tomar un café y conocer más de él y las necesidades que tiene. 

Para ser un buen Freelance basta con sobrepasar las barreras del sentido común, y convertirse en un espejo mágico ajeno, en donde los problemas gráficos de afuera se vean reflejados en ti como solución.


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