En el mundo del Diseño y
la Publicidad es muy común encontrar determinados por estos términos a personas
que se dedican a trabajar desde… cualquier parte menos una oficina con un jefe
a la vista.
Hace
unos cuantos días sucedió algo muy curioso. Me dio por generar un cambio en mi
perfil de Facebook, poner en la información de Formación y empleo algo como
“Freelance Graphic Designer”. Hasta ahí todo normal. Ahora aquí viene lo
curioso: un muy buen amigo, administrador de empresas él, me hizo un comentario
en un tono alegre y exaltado que decía algo como: “… Veee! y vos ya estás
trabajando? Esa empresa se me hace conocida!!!...”
Yo
quede atónita por unos segundos y en incógnita constante mientras procesaba la
información; durante esos segundos me preguntaba “Cómo es posible que me
pregunte esas cosas. No es demasiado evidente?”. Bien, como lo pude ver si era
posible que me preguntaran esas cosas y al parecer no era tan evidente. Procedí
a explicarle de una forma poco trascendente la definición del término para que
pudiera comprender. La conversación culminó en un par de sonrisas.
Lo
que no culminó fue la intriga que genero en mi tal pregunta, hasta tal punto de
estar escribiendo sobre ello. Pero bueno, aquí no voy a escribir sobre la
definición de un término, sino la trascendencia social y personal que esto
tiene y representa en la actualidad.
Antes,
cuando escuchaba a alguien mencionar el término “independiente” me imaginaba a
quien no tendría jefe, ganaba menos de un salario mínimo y le tocaba salir a
“rebuscar”. Ahora, siendo yo quien se determina de esa forma, me doy cuenta que
no se trata de eso, ninguna de las anteriores definiciones es aplicable. Es
real, no se tiene un jefe, se tienen infinidad de jefes, cada cliente es uno de
ellos, con su temperamento e ideas diferentes, queriendo diseñar el mundo tal
como lo tiene su cabeza y no como el mercado lo requiera, con sus “cursilerias”
y “mañesadas” siempre presentes; se puede ganar muchísimo menos que un salario
mínimo, es más, ni se puede ganar, como también se gana mucho más de lo
esperado por algo que de alguna forma no está estipulado de esa forma, todo
depende de cómo manejemos las cosas y a quien se las manejemos.
Cuando incursioné en el
mundo laboral, y más propiamente de forma independiente, fue de una forma muy
natural y casi desapercibida a grandes rasgos. Y es real que uno comienza por
esas pequeñas cosas, para llegar a las grandes; los primeros trabajos son
pruebas que te miden que tan productivo y “cotizado” laboralmente quieres
llegar a ser. Se trata en hacer las cosas con gusto, con pasión y toda la
dedicación del caso, aun sabiendo que ese pequeño trabajo que estás haciendo no
va a ser visto (posiblemente) por muchos ojos, pero si se logra la satisfacción
de un cliente, ya se ha logrado mucho; recuerde que “un cliente satisfecho es
el mejor anuncio”.
El voz a voz aplica y es
efectivo casi en un cien por ciento en el trabajo como Freelance. Las pequeñas
y medianas empresas buscan soluciones automáticas, que muy pocas agencias están
interesadas en satisfacer en la rapidez que ellas las requieren, o que
posiblemente la empresa no puede ni quiere pagar. Es por eso que nosotros “Los
Freelance” nos vemos en el deber, más que en la obligación, de convertirnos en
una solución rápida y efectiva para esos problemitas gráficos y publicitarios
que son el pan de cada día para estas empresas en crecimiento.
Pero
antes de ser los actores de soluciones, tenemos que ser los generadores de
constancia y dedicación. Ser Freelance no significa trabajar en casa, sin
bañarse y con el ordenador lleno de cuanta cosa haya en la casa, tampoco
significa dormir todo un día y hacer las cosas en esos “raticos” libres.
Una
de las principales reglas (para mí) que debe tener un buen Freelance, es el
orden, la limpieza y la buena distribución del tiempo. Bien, no tenemos un jefe
a la vista, pero si muchas cosas por hacer, y no netamente de trabajo. Debemos
de devorarnos el mundo, salir, conocer, montar en bus, recorrer las calles,
conversar con desconocidos y ver en esas salidas cotidianas que un afiche o un
volante no es lo que el mundo publicitario requiere ahora.
Manejar
el tiempo, saber a qué horas se debe comer, tomarse una pausa para descansar, e
incluso, así suene poco precavido, darle parte de tú tiempo a un cliente; hacer
una postal y enviársela como saludo un día cualquiera o bien, si la relación lo
permite, invitarlo a tomar un café y conocer más de él y las necesidades que
tiene.
Para ser un buen Freelance
basta con sobrepasar las barreras del sentido común, y convertirse en un espejo
mágico ajeno, en donde los problemas gráficos de afuera se vean reflejados en ti
como solución.
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