¿Qué es la satisfacción del deber cumplido?, ¿cuándo sabemos
que hemos cumplido un deber?, ¿qué hacer después de creer haberlo hecho todo?,
¿cómo saber interpretar las reacciones de nuestros clientes?
Muchas preguntas giran en torno a esto, y es muy posible que
lleguemos a pensar en una connotación política e incluso policial, pero sin
embargo no deja de ser una “ley” aplicable a todos los aspectos de la vida.
Ahora bien, generalmente la idea principal que se ronda por nuestro cerebro al
mencionar esto es el bienestar que nos ocasiona saber que hemos terminado algo.
Que lo hemos terminado bien. Y si, resulta siendo eso, pero como todo, hasta
las más mínimas cosas tienen trascendencia en el tiempo, y este tipo de
situaciones no se escapan de esto.
“La satisfacción del
deber cumplido” es tranquilidad, alegría, equilibrio, bienestar y es esa
euforia característica que nos queda luego de haber hecho algo. Ésto sin
mencionar el cansancio y todas esas consecuencias físicas que requiere un gran
trabajo y un buen esfuerzo; también nos genera, algo a lo que yo definiría
como: las no necesariamente ganas de
volver y repetir, sino mas bien, las ganas de trascender; dentro de nosotros se
siembra un deseo de crecimiento y progreso, ganas de evolucionar y traer con
nosotros nuevos retos para afrontarlos con muchas más ganas que el anterior y
con esto, obtener muchos mejores resultados para nuestra vida laborar y
personal.
Todos, independiente de que nos llamen creativos,
comerciantes, diseñadores, docentes, publicistas, administradores,
mercaderistas, etc; estamos ligados y de alguna forma obligados (dependiendo de
las ganas y el nivel de crecimiento que se quiera tener) a tomar un camino
emocional, a ver las cosas desde una connotación humana; tanto para desempeñar
nuestra labor, como para afrontar nuestra vida personal. Y teniendo en cuenta
que, de alguna forma, la influencia de la una hacia la otra determina nuestra
calidad de vida y la forma con la que afrontamos las cosas.
Todo en la vida se trata de hacer las cosas por pasión, con
gusto, dedicación e interés. Interés por recibir una remuneración; si, es real,
uno no trabaja para que lo vean. Pero no siempre se trabaja por la consignación
en la cuenta o el cobro del cheque. Las remuneraciones más valiosas no son las
económicas. Y puede que suene a frase de cajón, o a típico manejo del lenguaje para la
superación personal, pero, en este caso no me refiero a esa remuneración humana económica y superflua,
sino a ese pago intangible pero satisfactorio que un cliente pueda darte, es
quizá ésta una de las grandes cosas por las que se aprende a trabajar sin
esperar que tan lleno va a quedar después tu bolsillo y es esa sonrisa ajena acompañada de esa
característica mirada a los ojos que te dice: “buen trabajo, muchas gracias” y
saber que ésto te hace sentir “La satisfacción del deber cumplido”.
Yes
ResponderEliminarl and caffi Dish what
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